No hay marcha atrás
Al día siguiente desperté a mis hijos rápidamente; y nos pusimos a recoger la tienda de campaña. A Susan se le veía algo cansada, igual que a Paul; aun así no se quejaron de que les levantara temprano.
Al terminar de recoger la tienda, Susan se levantó y se quedo mirando en dirección al puente, mientras Paul y yo pensábamos en nuestras cosas. Pero de pronto Susan gritó:
-¡Miren esto!-.
Nos dirigimos hacia Susan y nos quedamos atónitos, el puente se había hecho pedazos y había varios carros hechos pedazos.
Instintivamente les hice una seña a mis hijos para que me escucharan, cogí fuerza y les dije:
-¡Vamos a subir a la carretera lo antes posible, sé que puede haber ladrones; pero no hay que quedarse aquí!-.
Así que nos pusimos en marcha y en media hora estábamos arriba.
La carretera estaba desierta, eso no impedía ver trozos de brazos tirados por el suelo y algún coche abandonado. Nada me llamó mucho la atención, excepto una mochila verde que estaba tirada en el suelo, en perfectas condiciones.
Les dije a mis hijos que se mantuvieran atrás, y avance hacia la mochila. Para mi sorpresa, no paso nada al cogerla, así que me dispuse a revisarla.
La mochila contenía una pistola, un botellín de alcohol y dos barras de cereales.
Tengo que admitir que no estaba mal, pero de pronto Susan gritó:
-¡Se te ha caído un celular (móvil)!-.
Lo encendí y vi que el dueño había estado en una página de noticias, lo que leí me sorprendió muchísimo.