Una nueva enfermedad
Esta era la noticia del día:
Tras una noche de caos, un grupo de ladrones volaron en pedazos el puente, tras obtener a punta de pistola suministros de las personas que estaban huyendo de la ciudad por la carretera. Para empeorar la situación la necesidad de los habitantes de beber agua, ha hecho que consuman agua no potable. Los científicos dicen que esta agua puede producir una enfermedad con consecuencias desconocidas.
Les dije a mis hijos la noticia y ellos no dudaron en decir que teníamos que ir hacia nuestro destino lo antes posible. Me sorprendió la actitud de mis hijos, por que pensé que se iban a preocupar.
Así que les hice una seña a mis hijos y empezamos a andar por la carretera hacia Potsdam. El camino fue bastante tranquilo hasta que nos encontramos con un señor mayor que caminaba hacia nosotros.
No sé por que el señor me daba mala espina, para confirmar mi sospecha tenía unos extraños puntos blancos en la piel. Antes de advertirles a mis hijos del señor, Susan ya se estaba acercando a su encuentro.
Tan rápido como Susan se acercó al señor, este emitió un gruñido y se abalanzo sobre mi hija. Automáticamente saqué mi pistola y le disparé, cayéndose de espaldas al suelo.
Con cuidado me acerqué para observar al señor de cerca y para mi sorpresa botó de la boca un líquido espumoso de un color similar al del pus. Por lo visto este señor era un infectado de esa misteriosa enfermedad. Paul nos dijo que estuviéramos alerta por si aparecía otro infectado más.
Al cabo de unos minutos encontramos una ambulancia abandonada, sin pensarlo subimos a ella. Cuando subimos les dije a mis hijos que nos dirigíamos a Potsdam. Tan pronto como nos acomodamos divisé unos infectados que venían por detrás, así que aceleré con todas mis fuerzas.
Cuando menos pensé, nos topamos con un letrero: ¡Bienvenidos a Potsdam! Aparentemente no había nadie, eso esperaba…