Capítulo 11, parte 2-Serie Steve Wason

Por un momento no daba crédito a lo que veía, ¿¡cómo podía ser el científico?! Antes de que pudiera pensar más, este me gritó que suba y sin dudarlo le hice caso.

 

Uno de los saqueadores me chilló:

-¡No te vayas cabrón!-.

Rápidamente observé como sacaba una pistola del bolsillo y, acto seguido le dije al científico que acelere.

 

En pocos minutos ya estábamos cerca de la torre Eiffel, al ver que no nos parábamos le pregunté:

-¿Dónde está el laboratorio?-.

-Verás… ¡cuidado!-.

-¿¡Qué?!-.

Asustado giré la cabeza y vi como unos infectados nos seguían.

 

El científico me gritó:

-¡A la de tres nos bajamos!, ¿entendido?-.

-Entendido-.

-Una…, dos… y… ¡tres!-.

El científico detuvo el vehículo en seco y sin pensarlo, abrí las puertas lo más rápido que pude.

 

Una vez abajo, corrí tras el científico. No me atrevía a voltear, sabía que los infectados nos estaban persiguiendo. Cada tanto, podía escuchar algunas pisadas que no estaban muy lejos.

 

De pronto el profesor se paró y abrió una alcantarilla. Algo extrañado, bajé lo más rápido que pude. Estábamos en el desagüe de París.

-¡Vamos no te pares!-. Me gritó.

Al principio no le entendí, pero empecé a escuchar pasos que se acercaban peligrosamente.

 

Empecé a correr con todas mis fuerzas, pero no era suficiente, los pasos se escuchaban cada vez más cerca. Velozmente saqué mi pistola y disparé detrás de mí sin saber a donde apuntaba.

 

Por suerte me dí cuenta de que los pasos ya no se escuchaban, seguramente lo había matado. Al cabo de unos minutos vimos una puerta de metal.

-¡Venga Steve, pon la contraseña!-.

Rápidamente saqué los dos papeles y puse en el teclado: 1423. La puerta se empezó a abrirse lentamente, pero para muestra desgracia escuchamos unos pasos que se acercaban

 

Cuando la puerta se abrió, entramos rápidamente y logramos divisar unos infectados que se nos aproximaban. Por fin estábamos a salvo. El científico se sacó la chaqueta y me dijo:

-Steve, al fin puedo hablar contigo-.

-Al parecer si-.

-Bueno voy a cumplir…-.

-Espera un momento, ¿cómo sabías que yo estaba en la catedral?-.

-Ah…es que el celular (móvil) que te encontraste, me aseguré de tenerlo localizado. Mi intención es que lo tuviera la alcaldesa. Así podía controlarle sus movimientos-.

-Bueno, supongo que ya me darás la cura-.

-Como te iba a decir, te voy a mostrar cómo curar a los infectados-.

 

Despacio el científico abrió una puerta que teníamos delante y lo que vi fue espectacular. Era una habitación blanca que tenía pantallas gigantes, estanterías con libros y algunas armas, que yo no tenía ni idea de lo que eran. Pero algo destacaba sobre el resto, era un pequeño frasco con un líquido azul, ¡era la cura!

 

 

 

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