La conspiración
¡No me lo podía creer, por fin iba a tener la cura! Sin poder evitarlo, me dirigí a cogerla, pero el científico me dijo:
-¡Espera un momento, Steve! Antes de darte la cura, te voy a dar un arma. Verás llevaba tiempo diseñándola y, creo que te será muy útil-.
De su bolsillo se sacó una especie de pistola, pero a diferencia de otras, esta era muy pequeña y estaba hecha de un material que se parecía al metal.
Al cogerla, sentí una sensación muy extraña y le pregunté:
-¿Tiene algo especial?-.
-Si, esta arma se ajusta al que la posee. Lo primero que vas a notar es su cambio de temperatura, ya que se ajusta a la temperatura corporal. A por cierto, aún no te he dado la munición-.
Rápidamente se acerca a una mesa y cogió el frasco pequeño con la cura. Antes de que yo pudiera decir nada, me dijo:
– Como te habrás dado cuenta, el arma que te he dado tiene un orifico, por el cual debes meter este frasco. Las balas que dispares se impregnarán de la cura y podrás curar a los infectados-.
– Entonces, ¿ya no hay que tener cuidado con los infectados?-.
-Seguro que te habrás dado cuenta, de que hay varios tipos de infectados-.
De su bolsillo se sacó un papel y me lo mostró:
Infectados
Grado uno: Presentan piel con puntos blancos y son agresivos.
Grado dos: Tienen la piel en carne viva. Por lo general atacan en grupo.
Grado tres: Presentan piel en carne viva. Son rápidos y les gusta la carne humana.
Entonces el científico me dijo:
-Por desgracia la cura solo funciona con los infectados del grado uno y rara vez con los del dos-.
– Pero… ¿no se sabe cómo ha aparecido este virus?-.
El ambiente se quedó en silencio. El científico se quedo pensativo, hasta que me contestó:
-Creo que…se trata de una conspiración-.
-¿A qué te refieres?-. Dije algo extrañado.
– Lo del colapso económico es algo tan sospechoso… Parece como si algunas personas lo hubieran hecho-.
– Ahora que pienso, algunas personas sabían lo que acabas de decir-. En mi caso pensé en Johan Crown.
Por raro que pareciese, todo encajaba. Lo que me decía el científico tenía lógica. Tanto tiempo detrás de la cura y recién me acababa de dar cuenta, que lo más peligroso no eran los infectados; sino la gente que estaba detrás de todo esto.
Continuará…