Capítulo 13- Serie Steve Watson

A oscuras

Sin pensarlo dos veces, entré corriendo en una casa abandonada que tenía a la derecha. Velozmente vi lo que pasaba a través de una rendija de la puerta.

Dos personas caían derribadas por múltiples disparos. De pronto aparecieron, dos personas; debían ser los asesinos. Me sorprendí, por que aparentemente los asesinos eran unos mendigos. Para sacarme de dudas, uno le dijo a otro:
-¡Bien hecho Jeff! Con nuestro disfraz de mendigos los intrusos no sospechan que seamos vigilantes-.
-¿Jack, de verdad te alegras de trabajar para estos sicópatas?-.
-La verdad es que no, ¿pero sino, de qué viviríamos?-.
-Bien, tienes razón. Pero si algo les sale mal del plan, nos vamos corriendo-.
-Entendido-.

Por lo visto esta organización tenía mucha gente trabajando para ellos. Al parecer estos no podían negarse al trabajo, por el miedo que les imponían. Esto me recordó bastante a lo que sucedía en Düsseldorf.

De pronto, uno de ellos le hizo una seña a su compañero y se fueron corriendo; al parecer hacia la mansión. Ya casi me había olvidado, de que tenía que ir yo también hacia allí.

Con cuidado saqué mi linterna para iluminar la casa. Al parecer estaba en el salón. No sé por que, pero esta casa me daba muy mala espina. La única forma de salir de la casa, era por unas escaleras de madera que estaban delante de mí.

Cuando me dispuse a subir por ellas, noté un extraño crujido. Algo me decía que las escaleras no estaban bien. Sin tomarlo en cuenta, seguí subiéndolas; hasta que escuché un fuerte ¡crack!, y la escalera se vino abajo.

Por suerte no me hice mucho daño en la caída. Con mi linterna en la mano, alumbré el ambiente y vi que estaba en una especie de túnel. Empecé a caminar hacia lo que parecía una escalera, hasta que me tropecé con algo. Al ver lo que había en el suelo, traté de no gritar; ¡era un infectado!

Nunca había visto a un infectado a sí. Estaba como en un estado de descomposición; era realmente asqueroso. En mi camino, hacia la escalera, me encontré con más cadáveres; parecía un lugar para depositar los cadáveres.
A los pocos minutos, empecé a notar un olor bastante raro. Me empecé a sentir realmente mareado y, al verme el brazo vi que tenía… ¡puntos blancos! ¡Cómo no se me había ocurrido! El virus debía de estar en el ambiente, todo el aire estaba impregnado de estos malditos patógenos.

Sin previo aviso, mi cuerpo dejó de funcionar y me desmayé. Al instante me desperté y vi que aparentemente estaba flotando en el aire. Era algo realmente extraño.

A lo lejos me vi a mi mismo, pero para mi sorpresa este se acercó a mí. Cuando estaba lo bastante cerca, le pregunté:
-¿Tu quién eres?-.
-Soy Steve Watson-.
-Y yo también. Entonces… ¿tú que eres exactamente?-.
-Eso no importa Steve. Tu puedes cambiar lo que sucede allí afuera y yo no-.
-¿Entonces no estoy muerto?-.
-Eso ya depende de ti. Si te quieres quedar eres bienvenido, pero si quieres cambiar todo esto, despierta-.

Empecé a notar como volvía a la realidad, no debía de ser nada más que un sueño. Antes de que se me empezara a olvidar, cogí la pistola que me había dado el científico y me disparé la cura en el brazo izquierdo. El dolor era insoportable, pero debía de acabar con esos cabrones cueste lo que cueste.

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