Sin pensarlo dos veces, bajé el mantel lo más rápido posible. ¡No me podía creer que tenía al señor Cooper al lado! Tenía ganas de dispararles, pero no era precisamente la ocasión.
Si le hubiera disparado, seguro que me hubieran matado en el acto. Por un segundo, pensé en disparar, pero me controlé. Pase lo que pase, no me podía equivocar.
Recobrando un poco la tranquilidad, levanté lo menos que pude el mantel, y me puse a observar lo que pasaba. Por lo visto el señor Cooper estaba entablando una conversación con otro señor que llevaba una especie de chaqueta de color blanco. Empecé a poner atención, y logré escuchar lo que el señor Cooper decía:
-¿Y bien, qué me quieres decir?-.
-Veras…-.
Sin previo aviso, el señor de blanco sacó una pistola y apuntó al señor Cooper.
Aunque no estaba lo bastante cerca, me imaginé la cara de sorpresa que puso el señor Cooper. Con voz temblorosa dijo:
-Rodríguez… ¿por qué?-.
-Tenemos unas cuentas pendientes, ¿no se acuerda?-.
-No me refería a eso, digo que por qué… ¿¡eres tan ingenuo?!-.
Al instante, escuché que se abría la puerta, seguro que eran refuerzos del señor Cooper.
Lo que ocurrió a continuación, fue muy rápido. Múltiples disparos se escucharon; y pude ver como el señor Rodríguez era acribillado por múltiples disparos y, cómo el señor Cooper se desplomaba encima de la mesa.
Sin querer, me contagié de la ira y saqué mi pistola por debajo del mantel. Por un momento quise rectificar, pero ya había apretado el gatillo. La bala pasó rozando al señor Cooper y terminó rompiendo un pequeño jarrón.
La habitación se quedó por un momento en silencio. Poco a poco el señor Cooper, se fue levantando. Y cuando logró recobrar la postura, chilló:
-¡Imbéciles! ¿Quién de ustedes ha sido?-.
Los hombres rápidamente replicaron:
-No, nosotros no hemos sido-.
El señor Cooper movía de un lado al otro su cabeza, no dando crédito a lo que le decían sus guardaespaldas.
Algo pensativo, dijo:
-¿Entonces están insinuando de que hay alguien más en esta sala?-.
Al instante, noté como se me hacía un nudo en la garganta, estaba muerto.
-Bien, entonces… ¿nos ponemos a buscar para ver si hay alguien?-.
-No, no lo hagan. Ahora mismo, no tenemos munición; y yo no estoy en un estado ideal para tener otro tiroteo más. Pero no se preocupen, si hay alguien, me aseguraré de que no salga vivo-.
¡Me habían descubierto! Bueno, por lo menos me iban a dejar escabullirme esta vez. Al instante, vi como el señor Cooper seguido de sus guardaespaldas se iban de la sala.
Bueno creo que tuve suerte, pero algo me devolvió a mi oscura realidad. Empecé a escuchar como los altavoces del barco empezaban a decir: se ha encontrado a un infiltrado, a partir de este momento, queda prohibido salir de las habitaciones por motivo de seguridad.