Capítulo 17,parte 2- Serie Steve Watson

Corrí, desesperado a lo largo de la calle en busca de un taxi. Tardé como unos diez minutos; pero al final logré subirme en un taxi. A diferencia de Alemania, los taxis en Portugal estaban algo menos cuidados, cosa que obviamente no me importó lo más mínimo.

Rápidamente el conductor me preguntó:
-¿irás al aeropuerto verdad?-.
Me había leído el pensamiento. Esto me sorprendió bastante, por que empecé a pensar que podía trabajar para el señor Cooper; pero era sumamente imposible.

El conductor me dijo:
-¿Me ha oído?-.
-A, lo siento. Si, si voy al aeropuerto-.
-De acuerdo, llegaremos en unos diez minutos-.
-Perfecto-. Respondí en el acto.

Cuando me empecé a acomodarme en el asiento, mi celular empezó a sonar, ¡era el científico! Con mucha rapidez contesté la llamada:
-Hola Steve-.
-A, hola-.
-Supongo que estás de camino al aeropuerto-.
-¿Y eso cómo lo sabe?-.
-No te acuerdas que te dije, que tengo tu celular localizado en todo momento-.
-A…es cierto. Entonces, ¿que pasa con el aeropuerto?-.
-Verás, he logrado acceder a las bases de datos de las aerolíneas; y he descubierto en cuál van a ir el señor Cooper y compañía. Han comprado varios billetes en la aerolínea “blues” para el viaje que sale a México a las once de la noche-.
-¿Cuál es el plan?-.
-No te preocupes, te lo va a decir mi ayudante-.
-¿¡Un ayudante?!-.
-Si, te estará esperando en la cafetería, y no te preocupes, lo vas a reconocer-.
Como es habitual en él, la llamada se cortó sin previo aviso.

Al instante el conductor me preguntó:
-¿Es usted actor?-.
-¿Por qué lo dice?-.
-Por que eso más que una conversación, parecía el guión de una película de ciencia ficción-. Me dijo riéndose.
-A, es cierto, soy actor-. Dije mintiendo, para evitar que me pregunte más cosas.

Pero pasó justo lo que no quería, no sé si me topé con un periodista disfrazado de taxista, por que todo el trayecto me lo pasé respondiendo preguntas de lo más aleatorias.

Para mi suerte el taxi se paró en seco, ya habíamos llegado al aeropuerto. Bastante deprisa pagué al taxista; para evitar más preguntas. Al pisar el suelo, mi mente me recordó que faltaba poco para encontrarme con el señor Cooper.

La verdad es que el aeropuerto era muy grande y no tenía la más remota idea de dónde estaba la ansiada cafetería. Rápidamente me topé con un plano del aeropuerto; y tras seguir las indicaciones ya estaba enfrente del pequeño cafetín. En una mesa había un hombre que me resultaba familiar, este se dio la vuelta y lo reconocí en el acto… ¡era Johan Crown!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s