Al ver a Johan me quede atónito, no lo había vuelto a ver desde que maté a la alcaldesa. Sin poder contenerme le dije:
-¿¡Johan que estás haciendo aquí?!-.
-Soy el que te va a ayudar en el avión, el científico se puso en contacto conmigo hace unas semanas-.
-¡Genial! ¿A por cierto que ha pasado desde que nos vimos?-.
-El mayordomo fue asesinado al poco tiempo de que te fuiste de la mansión-.
Por un momento se me hizo un nudo en la garganta. Johan siguió:
-La otra noticia es que tus hijos están en México con mi esposa. Consideré que era lo más seguro para todos-.
-Gracias Johan…de verdad muchas gracias por tu ayuda-.
-Bueno, creo que tenemos que ir ya, a dejar las maletas-.
-Si, claro-.
A paso rápido llegamos al control de los equipajes; mientras estaba pensando en lo que nos esperaba en el avión. Una vez, al llegar, un hombre con bigote nos dijo:
-¿Caballeros, les importa pasar sus equipajes por esta cinta?-.
-No, por supuesto-. Contestamos.
Al ver que llevaba pocas cosas, el señor me preguntó:
-¿Sólo va a llevar esto?-.
-Si, ¿por qué?-.
-No, nada, solo era una pregunta-.
Ya con los equipajes en la mano, nos hizo una señal para que pasemos nuestras pertenencias por un detector de metales. Me empecé a preocupar, por que Johan y yo, teníamos nuestras pistolas escondidas entre la ropa.
Pero para mi sorpresa, Johan se acerco al señor y le dijo algo en el oído. Johan se volvió a mí, y me dijo:
-Podemos irnos-.
No tuve la mas mínima idea de lo que le había dicho, pero para mi sorpresa había funcionado a la perfección.
Ya en la sala de espera, Johan sacó su reloj, vio la hora y me preguntó:
-¿Ya estás listo?-.
-Si claro. ¿Por qué lo dices?-.
-Por que nuestro vuelo sale en una hora-.
Mi corazón empezó a latir tempestuosamente, empecé a recordar que una vez dentro del avión, no iba a tener marcha atrás. Me iba a enfrentar al señor Cooper sí, o sí.