Al ver que tenía al señor Cooper delante de mí, mis brazos se habían paralizado. Empecé a sentir en mi interior mucho miedo, estaba seguro de que me iba a matar.
Como si de mis peores pesadillas se tratase, se empezó a acercar despacio hacia mí; y me desato del asiento. Al ver que me moví en el acto, este me dijo:
-Ni se te ocurra hacer nada-.
Sin ningún temor, me dí la vuelta y vi detrás de mí a dos hombres que me estaban apuntando.
Sin más remedio, me senté bien en el asiento y me coloqué cara a cara con el señor Cooper. El señor Cooper empezó a observarme con sus grandes ojos marrones, como si me estuviera leyendo la mente. Hasta que murmuró algo:
-Tú y tu amigo Johan Crown, están indefensos. Ya no van a poder entorpecer mis planes-.
-Hay algo que no entiendo. Si tanto te hemos estorbado… ¿porqué no nos matas?-. Le dije yo.
-Buena pregunta. La respuesta es que te tengo que preguntar algunas cosas antes-.
-¿Y crees que te las voy a responder?-.
-Si respondes lo que yo quiero, no te haré daño-.
-Hecho-. Contesté yo, algo sorprendido.
-Bien, pues dicho esto. ¿Dónde está el laboratorio del científico?-.
-No sé de lo que me estás hablando-.
-No te hagas el tonto Steve, sabes a lo que me refiero-.
El señor Cooper se puso de pie y sacó una pistola de su bolsillo.
La cosa se estaba complicando, ya no podía tratar de huir. La pistola pasó de estar en su mano, a estar enfrente de mi cabeza. Sin poder contenerme chillé:
-¡Está en París!-. El señor Cooper apartó el arma y se volvió a sentar.
-¿Ha elaborado la cura al virus?-.
-Solo para la fase uno y dos-.
-Bueno, pues ya que me has contestado… ¡Chicos disparen!-.
-¡Serás…!-.
¡Me había traicionado, no sé como pude confiar en él!
Sin pensarlo me tiré al suelo y cerré los ojos. El ruido de los disparos empezó a sonar por todo el avión. No sé si pasó una hora; o un minuto. Pero de pronto noté que los disparos calmaron.
Tras unos segundos abrí los ojos y vi que el señor Cooper estaba apuntando a alguien que estaba detrás de mí. La voz de Johan confirmó mis sospechas:
-¡Suelta el arma Cooper!-.
-Ni lo sueñes-.
-¡Estás acorralado, no puedes huir!-.
El señor Cooper se estaba poniendo realmente pálido.
Estaba ante mi gran oportunidad, podía acabar con él de una vez. Rápidamente me levanté del suelo y me abalancé sobre él. Haciéndole caer de espaldas.
Ágilmente me hice con su pistola y le apunté a la cabeza. Enfadado, trató de librarse de mí, pero no lo consiguió. No le dejé ponerse en pie. Johan se acercó y apuntó, también al señor Cooper. Ya no se podía escapar.
Aprovechando la ocasión le pregunté:
-¿Por qué hicieron aparecer el virus?-.
-Bueno la verdad era para distraer a la población…-.
-Bueno, eso ya lo sé-. Le respondí tajantemente.
-Del…-.
-¿Falso colapso económico?-.
-Del descubrimiento de…-.
-¡Mientes!-.
Sin poder contener mi ira, le disparé cerca de la cabeza. El señor Cooper empezó a chillar:
-¡Hijo de puta, si decía la verdad!-. En su voz noté mucho dolor.
-¿A que te refieres?-.
-La asociación a la que pertenezco había descubierto algo muy importante. Algo que no tienes ni la más mínima idea…-.
La cara del señor Cooper se puso pálida. Botó unas gotas de sangre por la boca y se desplomó; estaba muerto.