Una charla con Johan
Tras descubrir los misteriosos signos de la hoja, me dejé llevar por la emoción, y corrí al garaje. La única manera de descifrar lo que ponía en la hoja, era contactando a Johan; y mi siguiente parada, iba a ser su casa.
Me subí en mi camioneta, puse un poco de música para relajarme; y empecé a conducir. El camino entre nuestras casas era largo, pero entre que tarareaba las canciones que sonaban, y mi mente puesta en el hallazgo; recuerdo que todo pasó muy rápido.
Es más, puedo recordar el tipo de música que estaba escuchando. Era pop en inglés, ¡como olvidarme de eso, si era el único tipo de música que escuchaba para relajarme! Lo dicho, el trayecto se me pasó de una manera sospechosamente rápida.
Cuando me quise dar cuenta, me hallaba en el umbral de la casa de Johan. Por un momento, me pregunté como iba a reaccionar al verme después de tanto tiempo; pero mis ansias por el hallazgo me hicieron tocar al timbre sin pensarlo.
Pasaron unos minutos, hasta que una áspera voz se escuchó desde detrás de la puerta:
-¿Quién?-.
-Soy Steve Johan, Steve Watson-.
-¡No me jodas!-.
La puerta se abrió de golpe. Al ver la cara de Johan, me quedé sorprendido realmente. Nunca lo había visto tan emocionado.
Me hizo un ademán para que pasase, y me hizo una seña para que le siga. Caminé por un largo pasillo decorado por varios cuadros, les eché un vistazo rápido; y se trataban de varios importantes ajedrecistas.
Tras unos minutos, llegamos a unas butacas. Me pasó una lata de cerveza, y comenzó a hablar:
-¿Steve, que ha sido de tu vida desde hace tanto tiempo? ¿Has llegado a ser gran maestro de ajedrez, como me prometiste la última vez que nos vimos?-. Johan, soltó una sonora carcajada.
– No, por desgracia aún no. Pensé que después de tanto tiempo sin vernos, sería que bueno que hablásemos un poco-.
– ¿Qué tal están Susan y Paul?-.
– Ahora están estudiando en Estados Unidos, ya sabes… las obligaciones de los jóvenes. Estudiar-.
– Los míos recién acaban de empezar el colegio, ¡lo que les queda aún! Bueno Steve, creo que te conozco bastante bien, y cuando empiezas a asentir mucho con la cabeza, es que te estás aburriendo de la conversación-.
-No, no. Enserio, la conversación está bastante animada-. Sin querer, asentí.
– ¡No has cambiado desde que te conocí!-. Bromeó Johan.
-Bien, es cierto; he venido por algo muy importante. ¿Te acuerdas de la hoja?-.
-Te refieres…¿a la que obtuvimos a manos del señor Cooper?-.
– Sí, esa misma. Creo que he descubierto algo muy importante-.
Johan se quedó de piedra, por un momento, me quedó mirando fijamente.
Se acarició la barbilla, y me respondió fríamente:
-¿Tienes la hoja aquí?-.
Rápidamente,la cogí del bolsillo de mi jean y se la entregué. Como si fuese ayer, me acuerdo de las palabras exactas que dije:
-¡No eran manchas… eran signos!-.
-¿¡Estás de broma, no!?-.
-Sólo se necesitaba iluminar las manchas, ¡nada más! Lo he descubierto, pegando la hoja a una ventana-.
-Déjamela un momento Steve, quiero ver de qué tipo de signos se trata-.
Le entregué la hoja, y se puso de pie de un brinco. Se dirigió a las grandes ventanas que teníamos detrás de nosotros, y pegó el papel contra una de estas. Por la cara que puso, intuí que los signos era desconocidos también para él.
Al darme cuenta de esto, le dije:
-¿Y bien, tienes alguna idea de lo que son?-.
-Creo que sí, pero la verdad… no estoy del todo seguro. Déjame un momento, tengo que consultar unas cosas en mi computadora-.
Johan se fue de la habitación, como alma que lleva el diablo. Empecé a pensar, que íbamos a lograr descifrar el significado de aquellos signos.
Al cabo de media hora, Johan volvió alegre. De inmediato, supe que tenía la respuesta. Se sentó en una butaca, y mientras me acababa la lata de cerveza, exclamó:
-¡Lo tengo! Sé que significan-.
-¿Estás seguro del todo?-. Pregunté yo.
-Estos signos o símbolos, como quieras llamarlos; provienen de los bantúes. Un grupo de África muy grande. Por desgracia, estos símbolos provienen de los esclavos africanos que llegaron a Cuba hace unos años, por lo tanto, hay que remontarse a los símbolos de la mitología Bantú. La única forma de saber su significado, es mediante una tabla que hay en el museo. Una tabla, que fue hallada en las costas de Cuba-.
– ¿Si la tuviésemos, podríamos saber el mensaje que está en la hoja?-.
-En gran parte sí. Creo que es obvio Steve, lo que debemos hacer-.
-¿Te refieres… a robar en el museo nacional de historia, no?-.
-Correcto. Trabajé antes allí, y pude presenciar el momento en el que la tabla llegó al museo. Por aquel entonces, estaba guardada en una de las salas con más seguridad del recinto. Se hallaba en la décima planta-.
-¿Estás seguro de que seguirá allí?-.
-No tengo ni la más mínima idea, pero es lo que debemos hacer. Si nos atrapan… se acabó el juego. Mañana nos vemos a las tres de la tarde en la entrada, te mando el plan con lo que debemos hacer por correo dentro de unas horas-.
Me puse de pie, y me despedí de Johan. En esos momentos, me encontraba muy nervioso. Supe que lo bueno, recién iba a comenzar. Este, fue el comienzo, otra vez, de las odiseas, que me dediqué durante tanto tiempo a olvidar. Iba a dejar de tener pesadillas, ya que… las iba a empezar a vivir.