Hay veces, que pensamos en abandonar nuestros objetivos. Hay veces, que el cansancio se apodera de nosotros y nos dejamos vencer por nuestra amiga la «pereza». Hay veces, que la opinión de las personas nos importa, y dejamos que intervengan en nuestra psiquis; les dejamos, que delimiten hasta dónde podemos llegar. Y todo lo anterior mencionado tiene algo en común: nuestra rendición hacia lo que de verdad anhelamos.
Sin embargo, en esos momentos hay que «crecernos», recordar el por qué de lo que estamos haciendo, y no dejarnos llevar por lo primero que nos pasa por la cabeza. Debemos ser imparables.
El único enemigo en esos momentos, eres tú. Y tú, decides si esas cosas te detienen o no. Toma aire, recuerda tu objetivo, y sigue adelante. La vida es un camino, y no te vas a parar al primer obstáculo que veas.
Se fuerte. Cree en ti mismo. Recuerda que la última palabra sobre lo que sucede en tu vida, la tienes tú. Lucha. No te rindas, la recompensa de alcanzar lo que tanto quieres merece la pena. ¡Ánimo, tú puedes!