7
«Me dirán que no es para tanto, pero déjenme que les hable de la soledad. Los humanos somos seres sociales. Dependemos de las relaciones para sobrevivir. Incluso las interacciones más básicas nos ayudan a seguir vivos. Si parece que estoy leyendo un libro, lo estoy haciendo. Lástima que nadie se molestara en leerlo. Y les diré más, hay muchas formas de sentirse solo. No hablo de la soledad común, de estar en la multitud. Ni de la de «nunca tendré un amigo». En el fondo, todos estamos solos».
Clay está caminando en el pasillo del instituto Liberty. Tiene puesto sus auriculares negros, está escuchando a Hannah. Mientras pasan los días, más le va afectando su antigua compañera a nuestro protagonista. Casi incapaz de mirar a su alrededor, se encuentra absorto escuchando el Walkman. Sin embargo, ve algo a lo lejos que lo devuelve a su realidad. Una chica está dando golpes a la taquilla de Hannah. Se quita los audífonos raudamente.

-¡Eh!-. Grita Clay. -¿¡Qué demonios estás haciendo!?-. La chica lo mira asustada.
-No puedo abrirla-. Dice con miedo.
-¿Por qué quieres abrirla?-.
-Porque es mi taquilla. Soy…nueva-. Sigue con el miedo en el cuerpo tras la violenta actitud de Clay.
-Lo siento, era de una amiga mía-. Clay se tranquiliza. Con cuidado coge el papel de su mano con la contraseña, y le abre la taquilla.
-¿Gracias?-. Pregunta confundida la chica. Nuestro protagonista se va, al mismo tiempo que se vuelve a poner los auriculares.
«Todos necesitamos contacto humano. Y clase de comunicación, por absurda que fuera, era contacto humano para mi. Hasta que alguien cortó mi cuerda salvavidas. Alguien conocido por ser encantador. Te diré quién es, pero tendrás que esperar. Como hice yo».
Se queda pensando sobre lo que acaba de escuchar. Poco a poco, día tras día, Hannah empieza ser más importante para él. Sigue escuchando, pero alguien le toca el brazo. Da media vuelta, y se encuentra cara a cara con Tony. Con delicadeza, se quita los auriculares.
-¿Estás bien? No tienes buena cara-. Le dice Tony.
-Creo que estoy escuchando mi cinta-. Dice Clay en voz baja.
-Finalmente obtienes lo que te mereces-.
-¿¡Qué!?-.
-He dicho que me hagas saber si necesitas hablar cuando haga falta-. Le responde confundido Tony.
-Ya, gracias-. Tony se despide y se pone a andar. Clay se da cuenta, está empezando a imaginarse cosas que no son. Esa contestación, ha sido fruto de su subconsciente.
Ya es la hora de comer, Clay se sienta en una mesa y reanuda la cinta. Lo que escucha, le sorprende: «Bienvenido a tu cinta Zach Dempsey. Para aquellos que no son Zach, pueden relajarse. Por ahora, al menos». A lo lejos, aparece Zach entre vítores. Así pasa la mañana nuestro protagonista, pensando en él.
La noche ha caído, y eso solo significa una cosa ese día: el equipo de baloncesto del instituto Liberty va a jugar. Y lo más importante, lo hará Zach Dempsey. Clay ya encuentra en el parking, deambulando entre los vehículos, yendo poco a poco al gimnasio.
Entra al recinto, y lo primero que ve es a Justin y a Zach calentar. Aparta la mirada rápidamente. No quiere ser visto. Sin embargo, Courtney aparece de entre las gradas.
-Clay, ¿qué haces aquí?-. Pregunta extrañada.
-Es un partido, así que quiero mostrar mi espíritu de equipo-.
-Eso está genial Clay. Que bien que te sientes mejor-. Courtney sonríe forzosamente.
-¡Hey! ¿Qué tal?-. Marcus acaba de aparecer.
-Todo genial Marcus-. Contesta nuestro protagonista escuetamente. Marcus se acerca a su oído y le susurra:
-Ahora en serio, ¿qué demonios haces aquí Clay? ¿A qué juegas ahora?-.
-Chicos, ¿una foto?-. Aparece Tyler sin previo aviso.
-No pasa nada Tyler, lárgate-. Le corta Courtney.
-Solo estoy aquí para fotos para el anuario-. Se defiende.
-¡Ojalá supieran que fotos haces!-. Le espeta Courtney. Marcus trata de tranquilizar el ambiente.
-¿Tyler, nos harías una foto para el anuario?-. Pregunta Marcus con voz calmada. Clay se va a buscar un sitio donde sentarse . Zach observa la escena.
Clay logra hacerse un hueco en la grada. Observa a su alrededor, se sumerge por un momento en sus pensamientos. Pero algo, o alguien, lo devuelve a la realidad.
-Hola Clay-.
-Lárgate Tyler-. Dice cortante.
-Me lo dicen a menudo, pero hoy estoy para el anuario del colegio-. Le muestra unas fotos que ha hecho con la cámara.
-¿Por qué me hablas?-. Pregunta con fastidio Clay.
-Quiero ver que harás ahora. A Courtney le jodiste bien. Quizás tanto como a mi. Aún así, ¿la llevaste al cementerio? Eres un tipo duro-. Tyler muestra admiración.
-¿Lo sabe todo el mundo?-. Pregunta con curiosidad nuestro protagonista.
-Todos lo saben todo. Tus pesadillas incluso, y lo que hiciste-.
-¿El qué? ¿Qué hice?-.
-¿Qué? ¡Cuidado!-. Grita Tyler. Una pelota le cae a Clay, aunque es capaz de cogerla. Se queda con el balón en las manos por unos segundos.
-¡Jensen, pasa el puto balón!-. Le grita Zach desde el medio de la cancha. Clay se queda sin decir nada.
-Clay…-. Dice Tyler en voz baja. Tyler le arrebata la pelota, y la devuelve al partido.
Clay se sienta en silencio. Ve unos minutos del partido con Tyler. Definitivamente, Zach está brillando. Está imparable, no recuerda haberle visto jugar tan bien nunca. Ya lleva cuatro canastas seguidas, la grada empieza a corear su nombre. Clay no puede dejar de pensar en lo que le hizo a Hannah y se levanta como un resorte de su asiento. Se dirige a la puerta de salida, y grita:
-¡Párenlo! ¡Paren el maldito partido!-. El gimnasio entero se queda en silencio. Zach y Justin se miran con caras de preocupación. Clay sale corriendo del recinto tras muchas miradas curiosas.
Hannah está en su cabeza, no puede quitársela de ninguna manera. Corre por el aparcamiento, no es consciente de lo que hace. Se topa con el auto de Zach, y saca su llave. Duda por un momento en lo que va a hacer, pero empieza a rayarlo. Las manos le duelen al cabo de un tiempo, pero tiene que pagar por Hannah.
Para su sorpresa, oye que alguien está detrás suya.
-¡Dale más rápido!-. Dice una voz femenina con entusiasmo. Clay se sorprende y se da media vuelta rápidamente. Es Skye. Una vieja amiga. Skye es un chica rubia, de rasgos finos, y gótica.
-Skye, ¿qué haces…?-. Pregunta con sorpresa Clay.- ¿No has ido al partido?-.
-Que va. He estado estudiando escultura, el taller estaba libre. ¿Has ido tú al partido?-.
-Sí-. Responde escuetamente.
-¿Pero… era malo y te has cansado?-. Le pregunta mientras mira lo que estaba rayando en el auto.
-No puedo… Ya no puedo más. Este instituto es horrible-. Dice Clay sin fuerzas.
-¿Recién te das cuenta? ¿Dónde has estado estos últimos tres años? Ah, sí, suspirando por una chica muerta-.
-¿Por qué eres tan mala? Pensé que éramos amigos-.
-Lo… éramos-. Expresa Skye.
-¿Qué pasó? No lo entiendo-.
-Pues bienvenido al mundo real, donde hay cosas que uno no llega a entender-.
-Lo odio-. Clay aprieta su puño.
-Yo también. Me gusta este nuevo Clay, enfadado, rayando Audis. Tienes mal humor-.
-Me estoy volviendo loco-.
-Volverse loco es sano-. Comenta Skye con una sonrisa.
-¡Me voy a meter en un buen lío! -. Grita Clay desesperado.
-No, si nadie sabe quién ha sido-.
-¿No dirás nada?-.
-No. Por cierto, le falta un interrogante-. Skye le señala el auto. Clay coge la llave, y termina de rayarlo. Clay mira su reloj, y exclama:
-¡Mierda! Es el descanso, me voy. ¿Nos vemos?-.
-Probablemente-. Contesta Skye mientras Clay se pone de pie, y empieza irse del colegio. -Oye Clay, sigue enfadado-. Clay se da media vuelta, y le hace un gesto de aprobación.
Por cosas del destino, Clay va a Monests un rato. Sin embargo, grande es su sorpresa cuando se encuentra a Tony. Duda por un instante, pero decide contarle lo sucedido.
-¿Su Audi? No se le jode el auto a un chico-. Dice sorprendido Tony.
-Lo sé… es que escuché su cinta. Y se ha ido de rositas. Y encima anota 30 puntos esta noche-. Protesta Clay.
-¿Le rayas el auto por anotar 30 puntos?-.
-No, es porque no es justo. Estas cintas me están jodiendo. Me estoy volviendo loco-. Nuestro protagonista muestra preocupación en su rostro.
-No es para tanto-. Le tranquiliza.
-Todo es tan fácil para ti Tony-.
-No lo es-.
-¡Pues dime cómo lo haces!-. Chilla Clay. Sin previo aviso, aparece el amigo de Tony del otro día.
-Toma un batido, es de vainilla-. Le invita a Clay.
-No gracias, ya me iba-. Clay se levanta de su asiento.
-Clay, saldrás de esta-. Le dice Tony.
-Yo no lo sé-. Se va de Monets apresurado.
Llega la mañana del día siguiente, los gritos de su padre le despiertan. Dice que baje ahora mismo; no recuerda haber escuchado a su padre tan alterado en años.
-Voy-. Grita. Se viste rápidamente, y baja corriendo. La puerta de su casa está abierta. Sale, y encuentra a sus padres reunidos con la madre de Zach, y con el propio Zach.
-Clay, ¿recuerdas a la madre de Zach? Ha venido porque ayer le pasó algo al auto de su hijo-. Le dice su madre. La madre de Zach mira atentamente a Clay.
-Lo siento… pero, ¿por qué crees que Clay tuvo algo que ver?-. Pregunta el padre confundido.
-Estuvo en el partido, y actuó raro-. Responde la mamá de Zach. -Es envidia hacia mi hijo-. Agrega.
-No es envidia-. Le corta Zach.
-¡Cállate!-.Le grita su madre. -He venido por cortesía, podría haber acudido directamente a la policía-.
-Tal vez deberías. Que la policía descubran al culpable, en vez de señalar a nuestro hijo-. Expresa la señora Jensen.
-¡Fui yo!-. Interviene Clay. -Fui yo, ¿de acuerdo?-. Sus padres le miran perplejos.
-Karen, Zach entren a la casa. Lo solucionaremos-. Dice la madre de Clay.
-Me gustaría hablar con Zach un momento-. Expresa Clay.
-No-. Le corta la madre de Zach.
-Sí, déjame hablar con Clay-. La madre mira a su hijo seria, y se va con los padres de Clay. Quedan los dos chicos a solas.
-¿Saben tus padres lo de Hannah?-. Le pregunta Zach.
-No. ¿Por qué le hiciste eso a Hannah? ¿Por qué la insultaste como dice en las cintas? ¿Por qué le jodiste?-.
-La conocías tanto como yo, era muy dramática-.
-Necesitaba ayuda-.
-Oye, aquella carta de la que habla en las cintas… era muy dramática, no sabía que hacer-.
-¡Ah, si! ¿La carta que te escribió para que le dejases en paz? ¿Debido a su dramatismo la tiraste?-. Pregunta Clay irritado.
-Hannah mintió, no la tiré-. Saca de su bolsillo una carta arrugada y se la enseña.
-Mierda-.
-Lo sentiré siempre Clay, ¿quieres leerla?-.
-No creo que pueda nunca-. Zach y Clay van con sus padres. Nuestro protagonista sube a su alcoba, y coge el paquete con las cintas. Sin hacer ruido, se marcha de su casa.
Al cabo de unos pocos minutos, se encuentra en casa de Tony. Donde cogió el reproductor de cintas, donde empezó todo. Tony está afuera, reparando un auto. Clay se acerca con las cintas en la mano:

-Tómalas, ya no puedo más. No puedo escuchar su voz. La gente es mala Tony-. Tony le observa. -Zach no tiró la carta, ¿lo sabías?-.
-No, no lo sabía-.
-Me la enseñó. Mientras más avanzo, empieza a cobrar sentido el por qué lo hizo-. La mirada de Clay se clava en el suelo.
-Te puedo ayudar Clay-.
-¿Como hasta ahora? Mira el lado positivo, ya no me vas a tener que seguir-. Clay le entrega el paquete con las cintas a Tony, y se esfuma.
Dejar las cintas supone un gran alivio para nuestro protagonista, es por eso que al día siguiente va relajado a clase. Se sienta cómodamente en clase de comunicación, y pone atención a la asignatura. Algo que llevaba tiempo sin hacer. Pero para su sorpresa, el señor Porter irrumpe en el aula, y le hace una seña para que salga con él.
Los dos salen al pasillo.
-Estoy sorprendido, parecías de esos chicos que no se olvidan de lo que prometen-. Clay está confundido. Al segundo viene Courtney con un grupo de estudiantes. Courtney se da cuenta de su cara de sorpresa.
-No te preocupes Clay, yo también casi me olvido-. Le dice su compañera.
-¿De qué?-.
-Courtney y Clay, les presento a los alumnos extranjeros que les acompañaran este semestre. Clay y Courtney les guiarán por el colegio-. Dice el señor Porter.
-Con los expertos-. Bromea Courteney. Clay toma la batuta, y empieza su particular tour por las instalaciones del instituto Liberty.
-Como ven, es uno de los mejores aparcamientos de los institutos del mundo. Ahí está también la biblioteca. Encontrarán mesas, sillas, libros y esas cosas. Y también computadoras de última generación, de por lo menos 10 años-. Courtney le observa desconcertada. Caminan por los pasillos. Clay prosigue. -Atención, ahí están Justin Foley y Zach Dempsey, estrellas de baloncesto del instituto. Justin, ¿mi bici? Justin me robó la bici-.
-¿Qué demonios haces Jensen?-. Le espeta Justin. Clay sigue.
-Una visita con los alumnos de intercambio, deben saber quién manda aquí-.
-Clay-. Interrumpe Zach.
-¿Por dónde íbamos? Cierto, por el auditorio, pero antes les quiero enseñar algo genial. Miren estas taquillas, parecen iguales. Esta no. Esta es especial. Era de una chica que se suicidó. ¿Ven estos carteles de «no te suicides»? Antes no estaban, los pusieron por ella. ¿Por qué hizo lo que hizo? Porque la trataron como una mierda-.
-Clay basta-. Le trata de interrumpir Courtney. Nuestro protagonista hace caso omiso.
-Pero nadie lo reconoce, y pintan los baños para tapar los insultos hacia ella, y le hacen un homenaje, porque el instituto es así. Todos son muy simpáticos, hasta que te llevan a suicidarte. Pero tarde o temprano se sabra la verdad, ¿verdad Tony?-. Se queda sin voz, y el pasillo entero se queda en silencio.
Zach Dempsey

«Todos estamos solos. La soledad de la que hablo, es la que sientes cuando no te queda nada. Ni nadie. Como si te ahogaras y nadie te echara una cuerda. Cuando el protagonista de esta cinta uso sus trucos astutos, así es como me sentía. Y cuando te sientes así, te importa absolutamente todo».
Empieza una escena, Hannah se encuentra en la clase de comunicación. Acaba de terminar. Como proyecto especial, la profesora ha hecho que cada alumno tenga una bolsita donde se le pueda poner cosas positivas anónimamente; cumplidos, para ser más exactos.
Recién tiene un día la iniciativa, pero Hannah siente curiosidad por ver si tiene algo. Se acerca, y en efecto, comprueba que su bolsa tiene un pequeño papel. Lo abre, y se trata de un dibujo de un pequeño conejo. Sonríe.
Zach se encuentra por ahí, y al ver que Hannah está feliz, le pregunta:
-¿Algo bueno?-.
-Nada estremecedor. ¿Y tú?-.
-Nada. Es deprimente, ¿no?-. Zach se va. Sheri se acerca y está un poco sorprendida por lo acaba de decir su compañero.
-¿En serio? Es Zach Dempsey, ¿de veras necesita cumplidos?-. Le dice Hannah a Sheri. Zach, es uno de los chicos más populares del instituto, y uno de los mejores deportistas también.
«Todos necesitamos contacto humano. Y clase de comunicación, por absurda que fuera, era contacto humano para mi. Hasta que alguien cortó mi cuerda salvavidas. Alguien conocido por ser encantador. Te diré quién es, pero tendrás que esperar».
«Voy a practicar juegos mentales contigo, igual que tú lo hiciste conmigo. Sucedió después del día de San Valentín, cuando realmente sientes esa falta de contacto humano. Sobre todo, si estableces contacto con el ser humano equivocado. Esto es un nuevo nivel de soledad, pero a pesar de todo, quieres creer que hay buenos chicos en el mundo. Fuiste amable esa noche. Tú simplemente te sentaste ahí, delante de mi, dejando que te ignorara, hasta el punto de ser casi cómico. Fuiste adorable, muy adorable. Bienvenido a tu cinta Zach Dempsey».
Cambiamos de día, nos remontamos a San Valentín. Hannah está sentada cabizbaja en una mesa. No puede creer lo que acaba de pasar con Marcus. No se lo esperaba así. Da un vistazo al loca, y comprueba lo que ella estaba pensando, estaba sola. O esa esperaba, hasta que alguien entra. Es Zach.
Zach la mira, y se sienta lentamente enfrente suya.
-¿Estás mejor por lo de Marcus? Puede ser un idiota, lo sé-. Dice Zach con mucho tacto. Hannah le observa. -¿Quieres que te enseñe un truco gracioso? Me lo enseñó Bryce-. Zach coge una cuchara, echa el aliento sobre esta, y se la coloca en la punta de la nariz. A los pocos segundos se le cae.
-Veras, el truco es colocártela mucho tiempo. Te lo juro, la cara de Bryce es un imán. Puede sostener 5 cucharas a la vez, es una locura…-. Agrega en tono amistoso. Hannah no dice nada.
-¿Quieren algo de comer?-. Les pregunta el camarero del lugar.
-¿Hannah? ¿Quieres algo? Después de todo, sigue siendo San Valentín-. Hannah permanece en silencio. Zach mira al camarero. – Creo que solo queremos la cuenta-.
-¿Bromeas? Después de como jugaste ayer, la cuenta corre a mi cuenta-.
-Gracias, muy amable-. Contesta Zach. El camarero se va. Zach se levanta, se acerca a Hannah y le dice en voz baja:
-Escucha, tómatelo con calma, estarás mejor-.
«Me pregunto si alguna vez habrás sentido lo que es estar solo. Como yo aquel día de San Valentín. ¿Es posible saber eso, cuando eres uno de los deportistas más populares del instituto? Y no uno de esos chicos que se sientan solos en la cafetería, escondidos tras un libro. ¿Alguna vez te has fijado en nosotros?».
Es el día siguiente, Zach divisa a Hannah a lo lejos en la cafetería. Está aparentemente sola, y está leyendo un libro. Zach se acerca a ella:
-Hola-.
-Hola-. Contesta Hannah algo extrañada.
-¿Qué lees?-. Pregunta Zach.
-Un libro-.
-Lo de la noche pasada…-.
-No pasa nada, me he recuperado-. Le contesta escuetamente.
-Esto no tiene que ver con Marcus-. Zach se sienta a su lado y la observa. -No tuve la ocasión de decírtelo, pero tú eras la pareja que yo esperaba que me tocaras en la encuesta-. Hannah arquea las cejas sorprendida.
-¿Qué?-.
-Enserio, esperaba que me tocaras en la encuesta-.
-Ya… porque soy fácil-. Dice Hannah en voz baja.
-No, enserio, no. Escucha, lo de Marcus y todo lo que ocurrió anoche, no me lo creí-.
-Zach, no sé si haces esto como un reto o…-. Hannah observa a lo lejos a Marcus.
-No, para nada. Sé que a muchos le gustas por eso de la lista de Alex, pero a mi… por mucho más que eso-.
-Eres un idiota-. Hannah mira serio a Zach.
-¿Qué he dicho?-. Pregunta confundido.
-Y encima no te has dado cuenta. Lárgate-.
-Si es por lo de Marcus…-.
-Lárgate-.
-Si me dieras una oportunidad…-. Insiste Zach.
-¡Lárgate!-. Hannah chilla, y todas las personas de su alrededor se quedan en silencio. Zach la fulmina con la mirada.
-Esas historias que te pasan, creo que las creas tú-. Le espeta.
-Gracias por tu percepción genio-. Contesta Hannah irónicamente.
-Solo intentaba ser amable-.
-¡Pues has fallado!-.
-¡Vete a la mierda!-. Zach coge su mochila, y se va con sus amigos apresurado.
«Dijiste una estupidez y te grité. No era para tanto. Debiste dejarlo pasar. Pero no lo hiciste. No te gustó que alguien te dijera que no. Los chicos como tú, consiguen lo que quieren, ¿no?. Quizás no te imaginas qué se siente al ser marginado Zach, como la mayoría de nuestra sociedad. Ni por qué un papel de nada podría significar tanto. Tal vez no sepas lo que es necesitar una cuerda salvavidas. Pero al día siguiente que me insultaste, mi bolsa de cumplidos estaba vacía. A la semana siguiente pensé que algo pasaba. Quizás debí dejarlo pasar, pero no lo hice. Te escribí una carta, me desahogué. Te dije lo importante que eran esos cumplidos para mi, y tendí mi trampa».
Cambiamos de escena, nos situamos en la semana siguiente. Hannah está dispuesta a descubrir quién le roba los cumplidos. Se esconde tras la puerta de clase, nerviosa, y ve lo que pensaba: era Zach. Está a punto de pegar un chillido, pero se contiene.
Zach ha cogido la carta, y así, sin más, se larga a toda prisa del aula. Hannah contempla la escena escondida. Ve como Zach va a paso rápido por el pasillo, y que tira su carta al suelo. Impotente, grita:
-¿¡Por qué a mi Zach!?¿¡Por qué!?-. Zach se va. Hannah se apoya en la pared, las lágrimas empiezan a correr por su mejilla. Se siente muy mal.
«Estaba desesperada, y escribí a alguien que consideraba una amiga. Te escribí a ti Jessica, y dijiste que vendrías. Pero no viniste. Lo entiendo Jess. Te llevé a casa después del baile, pero no éramos amigas. Supongo que no tenía amigos. Ninguno. Ya no».
Séptima razón.