¡Hola lectores! ¿Qué tal se encuentran? En el día de hoy, les traigo un post que tenía ganas de publicar desde hace un tiempo: mi experiencia en un comedor social. ¿Interesado en saber como fue? Sigue leyendo 🙂
Hace cosa de mes y medio, asistí como voluntario a un comedor social en el turno de cenas. Dio la casualidad que ese mismo día tenía algo importante que hacer después, hecho que propició que vaya bastante arreglado. Ya tenía mi primera duda, ¿las personas necesitadas se lo tomarían bien? La respuesta fue si.
Cuando llegué al lugar, saludé a mis compañeros -mucho más mayores que yo-, y me puse manos a la obra. Personalmente, no tengo mucha experiencia en la cocina, pero por cosas del destino, mi labor fue echar una mano a la persona que la dirigía.
Me terminé encargando de todo un poco: de poner a funcionar el lavavajillas, de servir los platos a los comensales, de ayudar a limpiar cubiertos o vasos, y de secarlos posteriormente. Tareas bastante variadas.
Pero por lo que me apunté a este voluntariado, no fue por lavar platos, sino por tener un contacto con las personas necesitadas, y ayudarles de alguna forma. Y cuando me puse a recordar mientras servía un plato de pescado; nunca había estado tan cerca de personas necesitadas.
El momento más bonito para mi, fue a la hora de servir los platos. La reacción de las personas eran varias: las que sonreían al ver su comida, las que no hablaban y te observaban en silencio, y el grupo que más me llamó la atención: personas vestidas como tú y como yo, que recibían con entusiasmo su cena. Den gracias por lo que tienen chic@s, la vida da muchas vueltas, ese es el mensaje que les puedo dar después de mi voluntariado.
Para concluir, podría decir que mi experiencia fue realmente positiva, y gratificante. Si alguna vez han sentido curiosidad de hacer este tipo de actividades, se las recomiendo plenamente, no se van a arrepentir 🙂 Espero que les haya gustado esta pequeña publicación, ¡un saludo!
Aexei 