Una alcaldesa sin escrúpulos
A la mañana siguiente, ya habíamos llegado a Düsseldorf. Al principio no había nada raro, hasta que aparecieron unos infectados que se aproximaron a nuestro vehículo. Mis hijos gritaron, pero algo extraño ocurrió. Para sorpresa mía, estos cayeron derribados a causa de múltiples disparos.
Sabía que yo no les había disparado y eso me alegró, supe que no estábamos solos. Les dije a mis hijos que bajen del vehículo. Paul y Susan obedecieron, y bajaron sin decir palabra. Pero cuando puse pie en la calle, unos brazos me inmovilizaron.
Me di la vuelta, y vi que me sujetaba un policía local. Otros dos, sujetaban a mis hijos. El que me agarraba, era un hombre corpulento, y de raza negra.El policía me miró atentamente, y me dejó en libertad a los pocos segundos.
-Hola, soy Johan Crown. Soy el jefe de la policía-.
-Hola, me llamo Steve Watson. Vengo a hablar con la alcaldesa-.
-De acuerdo, encantado Steve. Antes de todo,quiero disculparme, les pusimos las manos encima para asegurarnos que no eran infectados-.
-Veo que aquí los mantienen a raya-.
-Ya… lo que pasa es que después…Bueno, mejor vamos yendo a donde está la alcaldesa-.
Les indiqué a mis hijos que me siguieran. El camino fue bastante tranquilo, hasta que pasamos por la plaza principal. Había un montón de personas reunidas en torno a algo que no pude distinguir de primeras. Se escuchaban gritos y risas a partes iguales.
Cuando pasamos más de cerca, vi que la gente gritaba detrás de unas barras que daban lugar a una plataforma circular en medio de la plaza. Me puse de puntillas, pero aún así, no logré distinguir nada. Extrañado, le pregunté a Johan:
-¿Johan, a que se debe tanta gente?-.
-Pues…verás, la alcaldesa nos obliga matar a los infectados…-.
-Bueno, eso no es nada malo-. Dije algo extrañado.
– Lo que pasa es que, una vez muertos,suben los cadáveres a la plataforma y les hacen todo tipo de atrocidades. Muy parecido a un matadero de animales-.
Lo que me dijo me sorprendió, pero tenía que seguir con la misión. Al cabo de unos diez minutos de caminata, llegamos por fin a la casa de la alcaldesa. El olor a sangre impregnaba el aire de la ciudad.
La casa de la alcaldesa era de color blanco, muy grande y estaba rodeada de un gigante jardín. Johan tocó el timbre y a los pocos minutos, un señor mayor de pelo negro y que estaba vestido con traje, nos abrió la puerta. Sospeché que era el mayordomo.
Tras decirle algunas palabras a Johan, nos hizo una señal para pasar. El vestíbulo de la casa era realmente espectacular. Las paredes eran negras, y poseían numerosos monitores. Además, los muebles que había eran de primera calidad.
El mayordomo nos dijo que esperemos, y acto seguido nos sirvió unas galletas. En la espera, Johan me susurró:
-¿Te acuerdas lo que te dije sobre la plataforma? Todo eso le gusta a la alcaldesa, así que si le vas a decir como curar a las personas, no lo hagas, porque ella no te lo va a aceptar.Intentó convencerle un joven como tú hace una semana, y fue arrojado directamente con los infectados-.Se escuchó el ruido de una puerta y Johan hizo silencio.
La alcaldesa empezó a bajar las escaleras hacia nuestro encuentro. Todo el plan se me había venido abajo, no iba a poder saber el paradero del científico. Aunque igualmente lo tenía que intentar, tenía que convencerla.
Continuará…