Capítulo 7 (II), Steve Watson- Versión Extendida

Tras estar unas horas inconsciente, me desperté. Estaba atado a una silla, en lo que parecía ser una oficina. No me había dado cuenta de que tenía compañía, hasta que apareció el mismo hombre que me había dejado inconsciente.

Despacio se acercó y me dijo:

– Te voy a hacer unas preguntas, y más te vale no mentirme-. Me espetó serio a la vez que sacaba un cuchillo de su bolsillo.

-De…acuerdo-. Dije titubeando.

-¿Qué hacías en la ciudad, si la mayoría de las personas han huido?-.

-Es que…estaba yendo hacia…-.

-¿¡Hacia dónde!?-. Me gritó furioso.

-Hacia…Lyon-. Mentí rápidamente.

-¡Mientes!-.

Sin esperarlo noté como el cuchillo se clavaba en mi pierna y como algo caliente descendía de ella. El hombre se río  y me dijo:

-¿Qué te dije de que no me mintieras? Sé que estás de camino a Paris para encontrarte a un científico-. Me dijo con seguridad a la vez que me enseñaba el papel que había cogido en la casa de la alcaldesa.

¡Claro, al haber estado inconsciente, me había cogido todo lo que tenía! Al ver mi cara de sorpresa, me preguntó:

-¿No habrás tenido algo que ver con la muerte de la alcaldesa?-.

-La…maté yo-.

-Me lo imaginaba-. Dice con desdén. -Bueno amigo, yo me llevo tu papel del científico. Por cierto, tengo una sorpresa en la otra habitación-. Me dijo esbozando una sonrisa.

Lentamente se acercó a la puerta que tenía delante y al abrirla, se fue corriendo. No entendía de que escapaba, hasta que vi a un infectado que se le caía la carne aproximándose hacia mí. Emitía unos ruidos muy perturbadores, que aún están presentes en algunas de mis pesadillas.

Tembloroso, observaba como la criatura se aproximaba, pero no podía escapar. Hasta que me di cuenta, de que la silla tenía ruedas y la oficina tenía grandes ventanales. Una idea un tanto extraña surgió en mi cabeza.

Lo que iba a hacer me podía costar la vida, pero tenía que intentarlo. Decidido, cogí carrerilla y me estampé con los ventanales haciéndolos añicos. Al segundo, noté como se me había clavado algún cristal en el cuerpo, al mismo tiempo que caía a gran velocidad.

Pensaba que todo se había acabado, pero por suerte, caí en un río. Por un momento pensé que me había salvado, pero recordé que estaba atado y empecé a ahogarme.

Comencé a perder la visión, y a los pocos segundos todo se volvió negro. Ya se acabó, pensé; pero mis ojos se abrieron y escuché una voz:

-¿¡Estás bien, estás bien?!-.

Miré un poco alrededor y me di cuenta que estaba en la orilla del río con un desconocido.

-¿Quién eres?-. Pregunté con sorpresa.

-Soy Patrick Dawson-. Respondió.

-¿Cómo me has encontrado?-.

-Estaba pasando por aquí y vi como te ahogabas-.

-Gracias por salvarme-.

-De nada. Ahora tengo que ir a París, no sé si me querrás acompañar. Ya sé que no me conoces de nada, pero igual no quieres quedarte aquí solo-. Dijo con una sonrisa.

-Ah sí, yo también iba a ir a París-.

-Si lo que pasa es que tengo que ver…a un científico-. Dijo con un tono misterioso. Intuí que debía ser el mismo al que yo buscaba, pero no le comenté nada de esta coincidencia. Sospeché que tenía otras intenciones.

– Ah…pues te acompaño-. Respondí al instante.

Desconocía si Patrick era de fiar, pero algo tenía claro, me iba facilitar mucho la misión.

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