A oscuras
Los disparos me dejaron sin reacción por unos segundos. Sin pensarlo dos veces, entré corriendo en una casa abandonada que tenía a la derecha. Ni bien ingresé , traté de ver lo que sucedía fuera por unas rendijas de la puerta. Soplé un poco para quitar el polvo, y me puse a observar.
Dos personas caían derribadas por múltiples disparos. Se retorcían de dolor en el suelo, y los disparos seguían. En un abrir y cerrar de ojos, los cuerpos dejaron de moverse. En ese momento, vi que dos personas se acercaban a los cadáveres. Debían ser sus asesinos.
Pero algo me llamó la atención, no eran dos personas al uso, eran dos mendigos. Algo raro estaba pasando. Y como si me quisiesen resolver las dudas, uno le dijo al otro:
-¡Bien hecho Jeff! Con nuestro disfraz de mendigos, los intrusos no sospechan que seamos vigilantes-.
-¿Jack, de verdad te alegras de trabajar para estos psicópatas?-.
-La verdad es que no, ¿pero sino, de qué viviríamos?-.
-Bien, tienes razón. Pero si algo les sale mal del plan, nos vamos corriendo-.
-Entendido-.
Se quedaron mirándose en silencio. Uno de ellos le hizo una seña a su compañero, y se fueron corriendo. Al parecer hacia la mansión. Por un momento me olvidé, yo también tenía que ir hacia allí.
Me alejé de la puerta, y saqué mi linterna para iluminar la casa. Al parecer estaba en el salón. No sé por que, pero esa casa me daba muy mala espina. La única forma de salir de allí, era por unas escaleras de madera que estaban delante de mí.
Cuando me dispuse a subir por ellas, noté un extraño crujido. Algo me decía que las escaleras no estaban bien. Sin tomarlo en cuenta, seguí subiéndolas, hasta que escuché un fuerte «¡crack!», y la escalera se vino abajo. Pensé que era el fin.
Con mi linterna en la mano, alumbré el ambiente, y vi que estaba en una especie de túnel. Antes de reanudar mi particular caminata, me toqué las piernas. No me había roto nada. Después de esa pequeña comprobación, empecé a caminar hacia lo que parecía una escalera, hasta que me tropecé con algo. Al ver lo que había en el suelo, traté de no gritar; ¡era un infectado!
Nunca había visto a un infectado a sí. Estaba en estado de descomposición, era realmente asqueroso. En mi camino hacia la escalera, me encontré con más cadáveres; cada cual más asqueroso que el anterior.
A los pocos minutos, empecé a notar un olor bastante raro. Me empecé a sentir realmente mareado y, al verme el brazo, vi que tenía… ¡puntos blancos! ¿¡Cómo no se me había ocurrido!? El virus debía de estar en el ambiente, todo el aire estaba impregnado de aquel maldito patógeno.
Antes de que me pudiese oponer, mi cuerpo dejó de funcionar, y me desmayé. Al instante me desperté, y vi que aparentemente estaba flotando en el aire. Era algo realmente extraño. Estaba cerca de muchas nubes, en medio de la nada. El cielo era totalmente blanco.
A lo lejos me vi a mi mismo. Traté de moverme, pero no podía. Solo era capaz de contemplar como el otro Steve se aproximaba cada vez más. Cuando estuvo lo bastante cerca, le pregunté:
-¿Tú quién eres?-.
-Soy Steve Watson-.
-Y yo también. Entonces… ¿tú qué eres exactamente?-. Le pregunté con curiosidad.
-Eso no importa Steve. Tú puedes cambiar lo que sucede allí afuera y yo no-. Me respondió el extraño personaje.
-¿Entonces, no estoy muerto?-.
-Eso ya depende de ti. Si te quieres quedar….eres bienvenido, pero si quieres cambiar todo esto, despierta-.
Sí, recuerdo ese sueño a la perfección.
Empecé a notar como volvía a la realidad, no debió de ser nada más que un sueño,pensé. Antes de que se me olvidase, cogí la pistola que me había dado el científico, y me disparé la cura en el brazo izquierdo. Me mordí la lengua, el dolor era insoportable, pero sabía que tenía que acabar con todo aquello.