Una manera de ocultarse
Tras ese aviso, estaba obligado a pasar desapercibido. Cualquier mínimo error lo pagaría, probablemente con la muerte. Lo primero que tenía que hacer, era irme del comedor. El señor Cooper sabía que estaba ahí.
Rápidamente, salí de debajo de la mesa, y fui corriendo hacia una puerta que tenía detrás de mí. No me podía arriesgar a salir por el pasillo principal. Seguro que tenía que estar muy vigilado, deduje.
Antes de abrir la puerta, saqué el plano que tenía del barco, y vi que la puerta por la que iba a salir, conducía al salón de actos. Empecé a pensar si aquello iba a ser una buena elección, hasta que escuché unos pasos que venían del pasillo.
Sin pensarlo, abrí la puerta, y tras caminar por un breve pasillo, entré en el salón de actos. Al entrar, me quedé boquiabierto. La sala era tan grande, que por un momento pensé que seguía en la mansión.
El salón de actos estaba lleno de butacas rojas, y las paredes de este, estaban pintadas de un negro reluciente. Al haber tantas butacas, pensé que sería bastante fácil pasar inadvertido siempre que me escondiese bien. Los pasos se oían cada vez más cerca.
Como lo sospeché, una puerta se abrió, y empezaron a entrar personas armadas. Sin pensarlo, me tiré al suelo y me escondí entre las butacas. Con cuidado, levanté la cabeza ,y vi que estaban en la parte opuesta de la sala. Tenía tentación de sacar mi pistola, pero me superaban claramente en número. No era un opción viable.
Me puse a pensar cómo iba a cruzar la sala sin ser visto. Si no empezaba a moverme, me iban a terminar encontrando. Con mucha delicadeza, empecé a reptar por el suelo; hasta que vi algo que me llamó la atención.
Al lado de una puerta, había una especie de interruptor. Apagar las luces de la sala era una buena idea, pero no se me ocurría como llegar a mi objetivo. Empecé a cavilar, hasta que se me ocurrió una idea algo descabellada.
Se trataba de sacar la pistola, y disparar al interruptor. Con suerte podía dejar la sala a oscuras. Me moví en el suelo, y conseguí sacar mi pistola de mi bolsillo sin hacer mucho ruido.
Al segundo, escuché como la puerta se abría otra vez, tenía que actuar rápido. Sin pensar en las consecuencias, apunté al interruptor, y disparé con toda mi concentración.
Para mi suerte, las luces de la sala empezaron a desvanecerse, hasta quedarnos todos completamente a oscuras. Un enemigo sobresaltado, gritó:
-¿¡Alguien sabe lo que ha pasado?!-.
Por lo visto, alguien que estaba cerca de mí, le contestó:
-¿Ya no hay dudas, no? El infiltrado tiene que estar entre nosotros-.
Pese a la oscuridad, los ventanales del salón, daban una mínima visibilidad. Empecé a divisar que la puerta por la que tenía que salir no estaba tan lejos. Me puse de pie y empecé a correr.
Tan pronto como empecé mi carrera hacia la puerta, me tropecé con una persona que estaba en el suelo. Velozmente, saqué mi pistola y le disparé en la cabeza. Gritó durante un segundo, y se quedó inmóvil.
Al instante, una mujer chilló:
-¡Es él, está al fondo de la sala!-.
Rápidamente, un hombre le contestó:
-¡Cojan sus armas, lo hemos encontrado!-.
Después del grito del hombre, empecé a escuchar pasos que se dirigían hacia mí.
Sin previo aviso, escuché un ruido. Al principio me pregunté que lo había provocado, pero noté como algo caliente me bajaba por la manga de la camisa.
Estaba sangrado. El dolor era insoportable, pero no me podía detener. Tenía a varias personas que soñaban con verme muerto, y eso no lo podía permitir.