Capítulo 8, Steve Watson 2

Preparativos

El día anterior había sido totalmente agotador, fruto de esto, me costó despertarme horrores. Recuerdo haberme puesto una alarma bastante pronto, pero dicha idea fracasó; pareció que Morfeo se había apoderado de mi.

Y es que básicamente no me pude despertar, sino que me ayudó Lucía:

-¡Venga Steve, a desayunar, ya son las diez!-.

-Ya voy…-. Respondí entre bostezos.

-Aishhhh…¡cómo se nota que no has ido al ejército!-. Me espetó.

-No te lo voy a negar-.

-Lo dicho, ven a desayunar. Estamos abajo-. Cerró la puerta de un portazo.

Me cambié rápidamente, y fui al baño. Tras lavarme la cara lo más rápido que pude, los dientes, y peinarme un poco, bajé con los demás. No había pasado ni diez minutos desde que había aparecido Lucía. “Nada mal para no estar en el ejército”, pensé.

Tras bajar las viejas escaleras de madera, llegué al pasillo que había tenido que cruzar la noche anterior para subir a las habitaciones. Dudé sobre la posible ubicación de la cocina, pero un fuerte olor a pan tostado me guió fácilmente.

En unas pocas zancadas, entré en esta. La cocina era bastante pequeña, aunque una vez más -como las habitaciones- , contaba con lo necesario: una cocina un tanto vieja, unos armarios dónde guardar comida en bolsa, un frigorífico, y una pequeña mesa; dónde se encontraban apelotonados todo el equipo.

-¡Buenos días Steve!-. Me dijo la mesa en general.

-¡Buenos días!-. Contesté educado.

-¿Listo para el día de hoy?-. Me preguntó Daniel, al mismo tiempo que untaba su rebanada de pan con una mermelada de color morado.

-Steve siempre está listo-. Le respondió Johan con una sonrisa.

-Sí…es verdad-. Respondí dubitativo. -¿Puedo?-. Pregunté señalando una pila de panes tostados situados en medio de la pequeña mesa.

-¡Por supuesto!-. Exclamó Katia. -Me he levantado temprano esta mañana para comprar algunas cosas, así que tenemos variedad: mermelada de arándanos, mantequilla, queso, jamón de pavo…-.

-Muchas gracias-. Cogí dos rebanadas de pan, y las unté con mantequilla y mermelada.

Mientras comía, se produjo una interesante charla.

-Bueno, como les dije ayer, hoy va a ser un día movido. Hoy, empiezan las cosas que debemos hacer cada uno; las cosas necesarias para llegar a la verdad de lo que está ocurriendo-. Expreso el científico.

-Steve y yo descubrimos que están tramando algo relacionado con la mítica Atlántida, pero nos faltan detalles-.

-Sí, ya me lo comentaste hace unos días. Sea lo que sea, estamos ante algo muy interesante…-.

-Lo que vamos a hacer daría para un buen documental. Sin duda alguna-. Dijo Katia con ironía.

-Ahora sí, voy a proceder a develar el reparto de tareas…-. Daniel sacó una pequeña libreta de su bolsillo. – Empezaré por Katia-.

Katia se mostró atenta.

-Tú te tendrás que reunir con tus antiguos compañeros de trabajo, y preguntarles acerca de cosas curiosas que hayan podido observar. Son periodistas, y seguro algo deben saber-.

-Perfecto-. Dijo Katia levantando el pulgar.

-Lucía, tú te quedarás vigilando la casa. Debemos estar seguros, y tú eres la mejor para estas cosas. ¿No te importa?-.

-En absoluto Daniel-.

-Johan y Alex, ustedes posiblemente tienen la tarea más interesante-.

-¡Lo imaginaba!-. Expreso el joven.

-Como sabrán, Alex tiene muchos contactos en internet… y hay unos cuantos en Cuba. Antes del viaje, consiguió sacar información a unos cuantos. En su mayoría banal, pero hubo un sujeto que dijo cosas realmente curiosas. Alex me informó todo unas semanas antes de venir aquí, y trazamos un plan de lo más interesante-.

-Me estoy emocionando, va en serio-. Soltó Johan. Alex se rió.

-Alex ha quedado en reunirse con el sujeto el día de hoy. Y por si se lo preguntan, el sujeto aceptó-.

-¿Y se supone que va a hablar este chico de dieciséis años con el desconocido?-. Preguntó con curiosidad Johan.

-Es ahí, cuando tú entras en juego. Tú te vas a hacer pasar por Alex. Alex te esperará desde un vehículo cercano escuchando y grabando toda tu conversación con el sujeto mediante unos dispositivos que ha traído. Yo me quedaré con Alex por si hay algún problema-.

-Están locos-. Dije.

– ¿Lo dice eso el hombre que peleó con humanos infectados con una enfermedad desconocida?-. Me cortó Daniel. -Por cierto Steve, me falta decirte tu tarea. Tú irás a varios bares a recaudar toda la información posible-.

-¿A algunos en especial, o es indiferente?-.

-Da igual, mientras no vayas a los muy turísticos, como Floridita-. Los demás se rieron.

Por un segundo yo también me reí, pero repentinamente me acordé súbitamente de algo: Floridita era el nombre del sitio que mencionaron los hombres que había visto la noche anterior. Definitivamente debía ir a ese sitio.

-¿Steve, estás bien?-. Me preguntó Katia.

-Sí, lo que pasa…es que creo que ir al Floridita puede que no sea tan mala idea-.

-¿Crees que el “dorado” lo vas a encontrar en uno de los sitios más turísticos de la ciudad? ¡Por favor!-. Me replicó Daniel.

Ante esta situación, decidí que lo mejor era contar la verdad, y eso fue lo que hice. Si no la decía, Daniel se iba a oponer a mi decisión. Así que tomé aire, y empecé a narrar de la manera más exacta posible lo ocurrido con los hombres.

Tras unos cinco minutos, había terminado de contar todo lo ocurrido.

-Entonces, tienes razón-. Sentenció Daniel. -Lo que pasa es que al haber tanta gente normalmente en el local, te va a resultar muy difícil hallar algo sospechoso-.

-Si vas tarde al sitio, igual te puede resultar más fácil. Algo así como a las 9 de la noche. Cierran a las 11:30-. Comentó Katia.

-Perfecto-. Respondí.

A medida que pasaban las horas, la casa se empezó a vaciar poco a poco.

Primero salió Katia, a eso de las 12 de la mañana. Había conseguido llevar a cabo con éxito una reunión con sus antiguos compañeros de trabajo. Estaría con ellos hasta la noche, lo cual aseguraba en parte que pueda recibir información privilegiada.

Por otra parte, Daniel, Johan y Alex, salieron de la morada a las 4 de la tarde. Lucía y yo les despedimos con efusión, y les deseamos suerte. Sabíamos que no lo iban a tener nada fácil.

Tras la marcha de estos últimos, calculé que tendría libre aproximadamente hasta las ocho. ¿Qué hice en ese tiempo? Me puse a ver dos películas con Lucía. La primera la eligió ella, y la segunda la elegí yo.

Cuando menos me lo esperaba, dieron las ocho de la noche.

-Creo que te debes ir preparando vaquero-. Me dijo Lucía con una sonrisa.

-Eso parece-.

-Mira el lado positivo, lo tuyo es lo más tranquilo-.

-Ya lo sé, pero con la experiencia de lo que pasó hace unos años, no me puedo fiar-.

-¿Te refieres a cuándo salvaste a media Europa?-.

-Sí, me refiero a eso-.

-Veo que te gusta presumir-. Me contestó riéndose. Yo también me reí.

-Bueno, voy un momento a la habitación a cambiarme. Ahora vengo-.

-Claro, no hay problema-. Me dio unas palmaditas en la espalda.

Me dirigí a toda prisa a la habitación. Una vez dentro, me cambié los pantalones, me puse una camisa hawaiana, y me metí una pequeña navaja en el bolsillo. No sabía a ciencia cierta si iba a resultar necesaria.

Unos 10 minutos más tarde ya estaba de nuevo abajo. Lucía se sorprendió de mi rapidez:

-No está mal para no haber ido al ejército. Bueno, mucha suerte-.

-¡Gracias!-.

Lucía me acompañó hasta la puerta, y me despidió con un abrazo.

Pese a que esperaba tardar más, en menos de media hora me encontraba en el bar. Eran las 8:40 de la noche. En mi camino hacia el lugar no había visto nada llamativo, pero eso no me tenía que hacer bajar la guardia.

Floridita, o el Floridita, como le llamaban en la zona, era uno de los bares más famosos de la ciudad. Se encontraba en una esquina. Contaba con paredes que estaban pintadas de un color rojo llamativo, y con un enorme cartel con la foto de un cóctel. Sí, ya sé que les da igual esto, pero para poder recordar todo lo que pasó, veo necesario la inclusión de estos detalles.

Siguiendo con lo ocurrido, pese a que había llegado a las 8:40, decidí esperar fuera del bar hasta las 9. Los minutos pasaban y no ocurría nada, hasta que algo sucedió A falta de 5 minutos escuché un ruido raro. Se volvió a repetir para sacarme de dudas. Eran disparos, y procedían del bar.

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