Empezaría de una forma más estándar a contar mi relato, pero creo que después de lo ocurrido, y de lo que está ocurriendo, no hay que mantener una manera normal de comenzar una historia.

Las historias, por lo general, suelen empezar con frases como “de costumbre”, o “desde hace un tiempo”; pero en mi caso, empezaré con algo un poco más distinto. Me remonto hace dos semanas, en un pasillo.

 Me senté a su lado, contemplándole. Mirando su blanca tez, y sus bonitas pecas en la mejilla; su pelo castaño tirando a un tono rojizo claro de algún tipo de marrón, sus ojos profundos, y su sonrisa que irradia alegría allá por donde la veas.

Entablamos una conversación, sobre lo que está ocurriendo; bueno, sobre lo que estaba a punto de ocurrir.

Le comenté la posible futura situación, y me la tachó de improbable. Me dijo que no preocupase y me lanzó una sonrisa. En su día, me gustó mucho ese momento, pues me dio tranquilidad, y luego de eso la conocí algo mejor… pero nadie me supo advertir, en ese preciso instante, que iba a ser el preludio de lo que se venía. Un bonito comienzo, para algo que ha resultado bastante alarmante.

Después de ese día, la vida siguió transcurriendo como de costumbre. Las personas seguían en sus personales carreras -sus vidas-, sin pararse a pensar en lo que se estaba desarrollando; mientras noticias de una pandemia en Italia salpicaban con cuenta gotas.

Y es que, si me pongo a pensar, todo ha ido desarrollándose con tranquilidad, con parsimonia, para terminar, teniendo un desenlace por todo lo alto, al más puro estilo de una noche del 31 de diciembre con chicos lanzando pirotecnia montando un gran alboroto. Un final un tanto esperado, pero dudo que hasta este punto.

Los días pasaban, y yo cada día vez me preocupaba más, pues a diferencia de mis compañeros, yo si que vislumbraba cierto peligro en la situación, y empecé a pasar malos ratos a la hora de estar en contacto con mucha gente.

Cada vez que me sentaba en la sala de ordenadores, frente a mi monitor, no dudaba en pensar quién había puesto las manos en mi teclado antes que yo, y obviamente si era una persona que se lavaba las manos. Y sabes qué, lo dudaba mucho.

Empecé a no fiarme de la “presunta seguridad que vivíamos”, y de crear que era algo más que una gripe. Me resistía a pensar que era algo benigno, y por eso, trataba de mantener la calma sea como fuese. Me trataba de distraer en los momentos que tenía libres. Trataba de escapar de mis propios pensamientos fatalistas.

Sin embargo, pese a que yo me trataba de evadir, cada día la cosa empezaba a parecer más seria, y ya no era solo yo el único preocupado. No me sentía como el único loco gritando en un desierto. Pero eso solo podía indicar una cosa: todo iba a tener el desenlace que había pensado.

Algunos dicen que se hizo lo que pudo por controlar la situación, pero déjenme decirles que es mentira. No se ha tomado en serio lo que estaba ocurriendo, y en vez de tomar medidas, se hizo todo lo posible para darle rienda suelta a la creatividad de este patógeno.

Empezando por las manifestaciones totalmente llenas, siguiendo por salas de cine y teatro abarrotadas, personas que estornudan de cualquier manera, o estar peleado con el jabón. ¿Me puede aclarar alguien qué medidas son estas?

Y ayer se materializó lo que se estaba buscando, siendo tan inconscientes:  el cierre de instituciones públicas, la casi cuarentena total de la población, el vaciado de supermercados…

Si alguien me hubiese dicho que esto iba a ocurrir a principios de año, no me lo hubiese creído. Pero visto lo visto, tampoco me extraña. El egoísmo del ser humano tiende a límites desconocidos, y quizás esta vez, se le ha dado un castigo a la altura. Es hora de cambiar, es hora de comprometernos un poco más con lo que somos, y con lo que debemos ser: una comunidad unida.

Hay que tener calma, que, aunque parece utopía llegar a esta meta, un buen tiempo en casa puede quitar hasta los demonios interiores más perversos, y proveer de un tiempo de reflexión para valorar lo que es verdaderamente importante, y dejar de centrarnos en lo banal. Quizás así funcionemos, a la fuerza, de malos modos, obligados. Espero que sea así.

2 comentarios en “Pandemia

  1. Estoy de acuerdo contigo Aexei, hay que mantener la calma, evitar la histeria colectiva que solo llega a generar mas caos y desabastecimiento. Pareciera que el ser humano esta llegando a sus estados mas primitivos. Tengamos calma que esta pandemia irá, con las medidas del caso, retrocediendo poco a poco hasta restablecer la normalidad. El virus irá generando cada vez mayor resistencia en el ser humano hasta no pasar de ser una gripe común.

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